Se acercan los comicios regionales en los que los colombianos podremos ejercer el derecho al voto para elegir a sus gobernantes.
Para muchos, específicamente para quienes piensan que el Estado de Derecho, nuestro modelo económico y la misma democracia están en riesgo, éstas podrían ser unas elecciones de suma importancia para el desarrollo regional. Porque lo cierto es que hay señales muy preocupantes que sustentarían esa preocupación.
Hemos visto un gobierno que aún no termina de integrante como ‘equipo’, además, el propio Presidente, se ha ensañado con los empresarios, a quienes califica de enemigos del pueblo, esclavistas y hasta genocidas. El hostigamiento a la prensa también ha sido una constante que, tristemente, termina animando a violentos desadaptados a cometer actos, como la toma de las instalaciones de un medio informativo.
También hemos sido testigos de un sinnúmero de pronunciamientos oficiales que proponen un cambio de modelo de Estado a un claro sistema socialista, que tiene como prioridad la estatización de todo lo esencial para el ciudadano, el desprecio por la empresa y la propiedad privada y el desconocimiento e irrespeto a las otras ramas del poder y a nuestro sistema de democracia representativa, en donde elegimos a nuestros congresistas para legislar y hacer control político al Ejecutivo.
Muchas voces pertenecientes al Pacto Histórico hablan de referendos para aprobar, por la vía de la democracia participativa, las cuestionadas reformas que no han logrado pasar en el Congreso por falta de consenso, y hasta de asambleas constituyentes para reformar la Constitución.
En ese contexto, es obvio que las próximas elecciones son determinantes, toda vez que los mandatarios locales tienen un enorme poder de movilización que podrían activar en pro o en contra de las iniciativas del gobierno nacional. No la tiene fácil el Pacto en prácticamente ninguna ciudad del país.
Los electores debemos dimensionar las implicaciones de estas votaciones y tener presente no solo las características personales de los candidatos, sino lo que proponen a nombre del ‘gobierno amigo’.
Las elecciones son el momento de la verdad para “cobrarle factura” a los partidos políticos que han negociado su apoyo a las reformas gubernamentales a cambio de satisfacer mezquinos intereses personales.