A trabajar que el hambre hay que acabar!

A trabajar que el hambre hay que acabar!

A trabajar que el hambre hay que acabar!

En medio de tantos aspirantes electorales, que en los últimos tres años nunca elevaron su voz para opinar sobre los acometimientos de la ciudad, Buenaventura decidió quién será su próximo alcalde.

El futuro de la ciudad es poco alentador: el ambiente que se vivió en esta campaña, muestra la desidia política que han dejado los últimos mandatarios. Esto, lejos de traer el desarrollo que se necesita, ha permitido mostrar una cantidad de nombres en medio de una mediocridad de propuestas que muy poco le aporta a una ciudad que requiere ingenio, lejos del facilismo escuchado en la campaña.

Las propuestas, se centraron en alzar los impuestos y se ‘pegaron’ a los iniciativas nacionales, incentivando la dependencia centralista, ante la ausencia de conocimientos de las potencialidades del llamado distrito portuario.

Otra realidad que dejó este proceso electoral, es que los partidos políticos desaparecieron en la ciudad y la mesa redonda del paro cívico que parecía ser la nueva fuerza política local, luego de los votos aportados a Petro, terminó en lo que es: un grupo de debates que no tiene un acuerdo sobre lo básico.

Las expectativas de los grupos de izquierda que dicen impulsar las políticas del cambio que la ciudad requiere, quedó desdibujada por su mala gestión del mandatario actual, que ni con el apoyo del co-gobierno logró gestas de progreso que fueron tantas veces predicadas pero nunca aplicadas.

Lo que se ha generado es una espiral de decepción hacia lo público, de la cual costará mucho a la electa alcaldesa recuperar. Y es que Víctor Vidal y su co-gobierno están dejando una ciudad peor de lo que la encontró.

La prestación del servicio de agua, la contracción del programa de alimentación escolar, la ‘tumbada’ de tres secretarios del gabinete por no ser competentes, la devolución de recursos de las regalías, los acuerdos en los pagos de los embargos que motivó la salida del secretario de hacienda, el crecimiento de la deuda pública y el estado del hospital, son algunas muestras de lo que ha pasado con el gobierno de la Dignidad y su grupo de apoyo.

A este panorama se enfrenta Ligia como nueva alcaldesa, que debe empezar por resolver la nueva tradición en la ciudad: para que las solicitudes sean atendidas hay que hacer una protesta en las gradas de la alcaldía.

La nueva alcaldesa debe mermar las celebraciones, para concretarse en el difícil compromiso que adquirió con 42 mil simpatizantes… porque también debe tener presente que a las urnas se reportaron 60.617 ciudadanos que tenían otras expectativas.


:: También puede interesarle