Reforma utópica de la educación

Reforma utópica de la educación

Reforma utópica de la educación

La educación es un sistema complejo y dinámico, que evoluciona constantemente al tenor de las demandas y necesidades de la población, de las tendencias tecnológicas y de las prácticas pedagógicas. Antes de proponer reformas, cualquier gobierno sensato se debe preguntar si estas son necesarias y constituyen un reclamo general; si se cuenta con la capacidad para plasmarlas en planes, programas y acciones; si existen análisis y propuestas interesantes fruto de amplios y profundos debates, y si los cambios requeridos deben tramitarse como leyes, decretos o simples resoluciones.

Como muchas de las iniciativas gubernamentales, la reciente propuesta para reformar a fondo la educación no busca el desarrollo de un sistema educativo integral, innovador, eficaz y pertinente, sino crear la sensación de que se están introduciendo cambios de fondo: casi un enfoque “adanista”, el comienzo de un nuevo gran período.

Más bien se trata de un conjunto de iniciativas teóricas, de banderas ideológicas y sin contenido de fondo, con propósitos más políticos que de desarrollo y avance del sistema, con fundamento en la ampliación progresiva y casi infinita de los derechos y garantías. Somos una nación delirante, como escribió recientemente un estudioso de la realidad latinoamericana, más interesada en debates abstractos, consignas etéreas y planteamientos ideológicos que en los verdaderos cambios. “Repúblicas aéreas” las denominaba el Libertador.

Nos contentamos con escribir leyes, expedir normas utópicas y pronunciar discursos efectistas, en lugar de construir políticas serias y proyectos viables; por ello, la mayoría de las iniciativas se quedan en el papel, como un saludo a la bandera o un memorial de iniciativas.

Nosotros, en cambio, nos conformamos con las constancias históricas, con las declaraciones públicas, con promesas incumplibles y con haber escrito proyectos de ley llenos de enunciados inaplicables.

La reforma estatutaria de la educación tiene elementos de propósito que todos estaríamos dispuestos a defender y acatar, como la educación gratuita ofi cial a niños y jóvenes desde el nacimiento hasta los doctorados universitarios y, luego, al resto de la población adulta, hasta la vejez; educación universal, plural e inclusiva; profesionalización de nuestros educadores, con un pago justo y digno; entendimiento de la educación como una serie de ciclos continuos, desde el nacer hasta el morir; construcción de escuelas y centros universitarios en poblados de la Colombia profunda;.

El sistema educativo integra gran cantidad de factores de orden cultural, social, económico, tecnológico y pedagógico; además, contribuye a moldear el carácter de la sociedad; evoluciona con la economía, la política y las capacidades de la sociedad, y se mueve lentamente, lo cual no significa que no debemos mantener una atención permanente sobre él ni que no requiera reformas y ajustes periódicos. Pero pensar en redefinirlo con un documento escrito a muchas manos, en corto tiempo y con limitados fundamentos es, por lo menos, ilusorio.


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